La trufa negra (Tuber melanosporum) es uno de los productos más codiciados y exclusivos de la gastronomía, con un precio que puede superar los 1.500 euros por kilo. Su cultivo es complicado, ya que requiere suelos calizos y un clima adecuado, lo que hace que su presencia en la naturaleza sea escasa y aún más difícil de cultivar.
Salvador Fernández, en Laujar de Andarax, ha dedicado casi una década al cultivo de trufas en su finca Haza del Endemoniado. Inoculando esporas en las raíces de quejíos y encinas, ha logrado crear las condiciones ideales para su crecimiento. Junto a su perra Kira, entrenada para detectar las trufas bajo la tierra, Salvador realiza una búsqueda meticulosa, guiada por el olfato de su fiel compañera.
El proceso de cultivo es largo y arriesgado, con una espera que puede durar entre siete y diez años hasta la primera cosecha. Aunque este año ha sido especialmente productivo, con casi 10 kilos recolectados, la incertidumbre persiste, ya que el éxito no está garantizado. Además, la comercialización sigue siendo un desafío debido al alto precio y a la desconfianza de algunos consumidores sobre la procedencia de las trufas en Almería.
La sequía ha afectado la producción, ya que el riego es esencial para mantener la humedad en el terreno. A pesar de los obstáculos, Salvador sigue adelante con su proyecto, disfrutando cada vez que Kira encuentra una trufa y reafirmando su pasión por este oficio tan único.